martes, 7 de agosto de 2007

Volver...

Anhelaba volver a mi tierra, respirar de su aire, bañarme en su mar, abrazar a mi gente, manejar en sus vías, dormir en mi cuarto (original), conversar con mi familia sin la pantalla del computador como intermediario, reir con los míos, los de siempre, los que a cada instante recuerdo. Llegar con la sensación de que se puede ser feliz en varias partes pero el espacio conocido, ese lugar que consideramos propio siempre se lleva como un tatuaje a donde sea, reconfortante y vivaz.
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Verte, sentir que es momento de partir sin que nada nos ate, sin miedo a equivocarnos, fue quizás lo más representativo del viaje. Saber que la atracción sigue intacta aunque los sueños no sean los mismos, es al tiempo la salida al laberinto, es la certeza de que a veces las cosas que más amamos cambian, evolucionan, dejan de ser como eran. Ya no es una añoranza, es un recuerdo bueno, una referencia de lo que se puede lograr mejorado exponencialmente, quién sabe qué sucederá pero por lo pronto una despedida como ésta es sólo el comienzo de lo que ambos queremos para nuestras vidas.
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Ayyy los amigos, acá un detalle de lo que se puede hacer en menos de dos semanas en la tierra querida: jugar poker en el espacio cerrado de una radio local, en mi caso...perder el dinero para que mi pana Alfred lo disfrute en mi nombre, echar los cuentos sin fin como si nos hubiésemos dejado de ver desde hace años, tomar un buen vino tinto en un lugar nocturno de la ciudad riendo de los rasgos inequívocos de que se está en Valencia, la ciudad nice, provinciana y mantuana... disfrutar de la playa tomando malibú con jugo de piña, jugar tenis de playa sin importar cuántas veces se recogerá la pelota, caminar por Varadero hasta el final cuando parece que ya nadie está, despojarse de accesorios y nadar... qué calma, qué buenos momentos...

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