domingo, 19 de agosto de 2007

CONSEJOS DE UNA NOVIA FUGITIVA

Si el hombre que amas te muestra una mirada de duda respecto a los temas del futuro, sobre aquellos que tienen que ver con tu proyecto de vida, ése que lo incluye en la casa, con el perro y los bebés… lo más conveniente es huir. La mirada es fácil de reconocer, hay un no sé qué nervioso, inconfundible, como la mirada de los que mienten en las novelas, es un ligero devaneo en la cavidad ocular, como si le costara enfocarte. No hay pérdida en ello, ese hombre no es el indicado para que le confieras el honor de entrar en el plan de la casa con perro… hay que partir. Por supuesto, puede que ese hombre sea mucho de lo que quieres para el proyecto, pero si su mirada tiembla -y no es en buena manera- cuando indagas acerca de lo que vendrá más adelante, si sus acciones por muy buenas que sean parecen opacarse con la bendita manía de evitar temas “controversiales” como qué será de los próximos dos o tres años, es hora de emigrar hacia una tierra más cálida y sobre todo más segura…

Si tu novio parece ser el mejor hombre del planeta, pero cuando menos lo piensas se te atraviesa otra persona que comienza a ocupar tiempo de tu vida, instantes en tu mente, y hay ciertos deseos, casi imperceptibles pero existentes de cometer un error con esa otra persona que se coló en tu mundo ordenado y feliz, obviamente debes irte. Es el indicio de que algo marcha mal, algo falta y aunque no se sepas qué es, porque es difícil de precisar, sin duda alguna “ese algo” está allí y lo seguirá estando aunque se vaya del país aquella otra persona en la que estás pensando sin proponértelo. No falla, es muestra inequívoca de que el plazo amoroso de esa relación acaba de expirar.

Personalmente he sido una novia fugitiva de largas relaciones amorosas que terminaron por A o por B, léase, el párrafo número 1 o el párrafo número 2, en distinto orden pero de esa manera. No hay nada tan complejo como huir, pero a la larga la vida te demuestra que fue lo correcto. Es difícil ver en la mirada del hombre que amas las dudas y temores de que seas tu la indicada, todo lo demás parece desaparecer, las palabras bonitas, las idas al cine, las salidas a comer helado, las rumbas, los viajes, las buenas relaciones con su familia, su atractivo físico, su exitosa carrera, sus logros personales y materiales, su tiempo contigo, todo pierde fuerza frente al casi imperceptible temblor de su mirada ante temas profundos que contengan las palabras futuro y compromiso. Cuando te vayas, verás que en poco tiempo esa mirada quedará allí siempre como marcada con tinta indeleble, pero lejana a tí, inocua, dándote la razón sobre cualquier decisión que tomes. La manera correcta es irse porque nadie debería verte con esos ojos dubitativos si te ama como dice hacerlo, nadie debería darse el lujo nunca de pensar que estar contigo es menos de lo que soñó, nadie debería quitarte tu juventud.

Algunas lectoras pensarán que hay cosas peores, y sí de seguro debe haberlas, he contado con la gracia de tener dos oportunidades para enamorarme perdidamente de dos personas que sigo queriendo y respetando, y dos ocasiones para irme… porque los filtros nunca son suficientes cuando se plantea la posibilidad de un futuro compartido, y en esta época de divorcios frecuentes es más que necesario contar con una intuición a prueba de placebos amatorios. Creo que siempre va a existir alguien que no dude de que tú eres lo mejor que le ha pasado. Hay alguien que espera a que aparezcas, hay alguien que querrá recorrer el mundo contigo, esa persona merece tu agudeza a prueba de amores pequeños. El “amorómetro” debe estar siempre encendido para detectar cuándo sus señales demuestran que es el momento de agradecer por todo lo bonito y partir. Es el momento de agradecer que la vida te ha dado una nueva ocasión para ser libre, para volver a encontrarte con aquello que muy dentro deseas. No es utópico, la vida siempre da giros inesperados y fascinantes, y cuando menos lo piensas ya has llegado al sitio al que en tu inconciente sabías que querías llegar.

martes, 7 de agosto de 2007

Volver...

Anhelaba volver a mi tierra, respirar de su aire, bañarme en su mar, abrazar a mi gente, manejar en sus vías, dormir en mi cuarto (original), conversar con mi familia sin la pantalla del computador como intermediario, reir con los míos, los de siempre, los que a cada instante recuerdo. Llegar con la sensación de que se puede ser feliz en varias partes pero el espacio conocido, ese lugar que consideramos propio siempre se lleva como un tatuaje a donde sea, reconfortante y vivaz.
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Verte, sentir que es momento de partir sin que nada nos ate, sin miedo a equivocarnos, fue quizás lo más representativo del viaje. Saber que la atracción sigue intacta aunque los sueños no sean los mismos, es al tiempo la salida al laberinto, es la certeza de que a veces las cosas que más amamos cambian, evolucionan, dejan de ser como eran. Ya no es una añoranza, es un recuerdo bueno, una referencia de lo que se puede lograr mejorado exponencialmente, quién sabe qué sucederá pero por lo pronto una despedida como ésta es sólo el comienzo de lo que ambos queremos para nuestras vidas.
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Ayyy los amigos, acá un detalle de lo que se puede hacer en menos de dos semanas en la tierra querida: jugar poker en el espacio cerrado de una radio local, en mi caso...perder el dinero para que mi pana Alfred lo disfrute en mi nombre, echar los cuentos sin fin como si nos hubiésemos dejado de ver desde hace años, tomar un buen vino tinto en un lugar nocturno de la ciudad riendo de los rasgos inequívocos de que se está en Valencia, la ciudad nice, provinciana y mantuana... disfrutar de la playa tomando malibú con jugo de piña, jugar tenis de playa sin importar cuántas veces se recogerá la pelota, caminar por Varadero hasta el final cuando parece que ya nadie está, despojarse de accesorios y nadar... qué calma, qué buenos momentos...